Me dió pena, porque tenía los dibus bastante adelantados… y por ahí agarré los colores y me puse a pintar una escena de la parte final de mi historia Manco II. Aquí, el Inca ve caer a su gran amigo Yunca Ayllu durante una batalla de caballería inca contra el capitán Villadiego. Mi idea era ponerle lágrimas, pero eso es horriblemente cliché… y decidí dejarlo así. Además, no va con el perfil de ambos personajes y la relación que tenían. Más que dolor, es sorpresa. Ambos pasaron toda la vida juntos y Yunca Ayllu era algo parecido a un ser inmortal para Manco, una especie de hermano mayor al que admiraba tremendamente. Es más, simpre pensó que sería él quien perdería la vida antes y por eso la reacción. Tanto así que mientras carga el cuerpo de su amigo, tiene la esperanza que éste se levante.
Finalmente le duele tanto la muerte de su gran amigo… que pierde las ganas de seguir adelante. No porque lo extraña o por tristeza, sino que su deceso es como una especie de presagio, un anuncio de que todo está ya por derrumbarse y que la lucha de tantos años de todos modos llegará a su fin. Y tendría razón, porque Manco moriría un tiempo después.
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